jueves, 29 de septiembre de 2011

ORIGEN

No soy de los que suelen demostrar una admiración especial por ningún personaje público, ni mucho menos hacer largas colas por asistir a cualquier tipo de evento cultural. Tampoco llegaría al paroxismo por defender los colores de un equipo deportivo, ni por ninguna ideología política. Simplemente soy una persona bastante anodina. Sin embargo, cada vez que veo una librería, una estantería llena de libros, o simplemente un montón de libros metidos en una caja en un puesto callejero, siento como si fuera poseído por una extraña fuerza que irrefrenablemente me conduce ante ellos, paralizándome; y en ese preciso instante empiezo a sentir una sensación extraña, dejo de ser consciente de todo lo que sucede a mi alrededor y comienzo a ojear los libros.

Con el tiempo he desarrollado un sentido especial y ya los detecto en la distancia. Así, cuando paseo por la playa mi vista siempre se dirige a quienes tumbados en sus hamacas están leyendo un libro y mi mirada oblicua intenta leer la portada. Sin embargo, he de reconocer que esta actitud, un tanto vouyerista, me ha supuesto algún que otro incómodo malentendido por imaginarse que miraba hacia otra parte.

Lo mismo me sucede cada vez que visito la casa de alguien, me detengo ante los anaqueles de su biblioteca y empiezo a recorrer los lomos de los libros buscando las afinidades y diferencias con los míos. A partir de ellos comienzo a imaginarme cómo es el propietario de esa biblioteca, pues creo que es una de las mejores formas que existen de conocer a una persona.

Pero las bibliotecas también son caprichosas y a menudo establecen curiosas relaciones entre autores, épocas o géneros literarios que de otro modo resultaría imposible, convirtiéndose la biblioteca finalmente en un único libro que no se contenta con los límites de sus baldas. Casi todas las bibliotecas tienden a desbordarse, creando nuevos itinerarios de interpretación.

Del mismo modo, este blog no pretende ser otra cosa que un cuaderno, que como una biblioteca, refleje mi cartografía personal, donde no sólo aparecerán las reseñas de los libros que leo, sino también, o sobre todo, donde iré trasladando pasajes de obras ajenas relativos a mis intereses, pues como suele suceder, las buenas ideas se nos ocurre al leer, o porque leemos.

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