viernes, 20 de enero de 2012

LOS DOS DARÍOS

Un 18 de enero de hace 145 años nacía Rubén Darío, conocido por ser unos de los creadores de la poesía modernista en lengua española; aunque para hacer honor a la verdad, sus inicios modernistas fueron realmente en prosa con los cuentos de  Azul (1888).  Quizás haya sido esta consideración como poeta modernista  lo que como un gran losa más pesa sobre él, ya que a cualquiera que preguntemos por algunos de sus poemas, casi con toda probabilidad nos recitaría incluso algunos versos de la Sonatina.

Dada su composición estrófica, la musicalidad, el cromatismo, ese paisaje exótico y remoto, tras una primera lectura, podríamos pensar que se trata de un poeta fútil, o incluso un tanto trivial y frívolo. Sin embargo este poema no es  más que un claro ejemplo de poesía escrito al estilo parnasiano, cuya máxima aspiración es la reivindicación del arte por el arte, donde la belleza y la armonía se expresan a través tanto de templos jónicos como de castillos mediavles, ninfas y princesas, o hexámetros latinos. Pero este artificioso y estilizado cuento de hadas, no es otra cosa que la piedra angular que da soporte al desarrollo de un conflicto interno mayor, ya que Darío, al igual que la nuestra, pertenece a una generación de desencantados, herederos de una sociedad permanentemente en crisis;  y si no, ¿cómo se explica que el mismo Rubén Darío de la Sonatina hubiera podido escribir versos como “El hombre en el mundo errante,/ lleva la tumba delante/ y la negra noche atrás”,  o un poema como Lo fatal?.

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

A menudo las conmemoraciones no tienen mucho sentido y duran lo que se alarga el día, pero a veces también sirven para devolver el valor a los escritores que, como Rubén Darío, son injustamente valorados por una serie de tópicos incomprendidos.

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