¿Qué hace que un libro se convierta en clásico? Ante esta
simple pregunta siempre se han dado un sinnúmero de respuestas de la más
variada profundidad. Para Calvino, un clásico era, entre otras muchas cosas,
aquel libro “que han fingido siempre haber leído mientras que ya sería hora de
que te decidieses a leerlo de veras”. Por su parte, Mark Twain escribió que un
clásico es un libro que la gente elogia pero no lee. Quizás, uno de los motivos por los que un
clásico siempre se quede en el montón de las lecturas pendientes es la enorme
distancia conceptual y cultural que media entre la mayoría de los lectores
contemporáneos y ciertos clásicos.
En esta ocasión me decidí por leer un clásico de la
literatura norteamericana, En la carretera de Jack Kerouac, y puede que lo que
vaya a decir resulte un tanto arrogante, pero a mi entender resulta una novela
un tanto supravalorada, al menos para el lector actual, quien tiene que hacer
un esfuerzo constante de situación y ponerse en la piel de el lector de
mediados del siglo XX para apreciar los valores que la convirtieron en proclama
de toda una generación.
El libro se publicó el 5 de septiembre de 1957 en un
contexto muy determinado que no se corresponde en nada (o casi nada) con la
historia que cuenta que transcurre entre 1947-1949 y con el momento de la
escritura entre el 2 y el 22 de abril de 1951. Su importancia, según podemos
leer en el prólogo de la edición de Anagrama, es que en sí misma es un
manifiesto de la beat generation y que prefigura la contracultura y el
movimiento hippie igualmente legendarios de la década siguiente. Esta
generación se caracterizaba por el rechazo de los valores clásicos de la
sociedad norteamericana, el uso de las drogas, la defensa de la libertad sexual
y el estudio de la filosofía oriental. Así, desde un primer momento, Jack
Kerouac se hace famoso, pero su importancia es más como un fenómeno sociológico
que como un acontecimiento literario. En efecto, la generación beat, como
movimiento literario no ha existido nunca.
Volviendo a la pregunta inicial de qué es un clásico,
también podemos afirmar que los clásicos son los libros que ejercen también una
particular influencia sobre nosotros: a veces no es necesario que sea tanto por
su habilidad como escritores, que también, sino esencialmente por su relevancia
atemporal. Sin embargo, como digo, un lector actual tiene que hacer un
fatigoso ejercicio para estar
constantemente situándose en el momento de composición de la novela. En mi
opinión, por mucho que Kerouac nos lleve a la carretera una y otra vez, ésta se
nos resiste, se nos presenta monótona, invariable y tediosa, lo que te lleva a
cansarte a las pocas páginas. Está claro
que, visto desde un punto de vista más literario, Kerouac no tiene ninguna
intención de contarnos una historia; y aún menos de retener la atención de un
lector cualquiera. Le da lo mismo la trama, las reglas de la narración e
incluso los personajes que los atraviesan (a veces incluso nos cuesta averiguar
«quién es quién» cuando la estamos leyendo). Kerouac no se entretiene nunca a
poner en situación a sus personajes, no muestra interés en su posible
psicología, en su vida interior, en sus alegrías, sus tormentos, su evolución.
Ahora bien, considerada la novela desde un punto de vista
sociológico sí que destacaría por parte de Kerouac, la creación de ese espacio,
la carretera, como encarnación de su rebeldía. Una rebeldía que no es otra cosa
que un lugar y un momento en que el sujeto decide hacer las cosas a su modo,
creyendo, deliberadamente, con toda la irresponsabilidad de los que tienen poco
que perder, que así se podrán liberar de algo que tampoco saben muy bien qué
es.
Para terminar, creo que En la carretera más que un clásico de
la literatura norteamericana, podemos destacarla como una obra paradigmática de
una época y de una sociedad determinada. A veces resulta muy fácil acomodarse
respecto a un clásico: solemos dar por hecho de manera equivocada una serie de
valores que no son tales, simplemente por su estatus, y esto es un gran error.
Cada vez que leemos uno de ellos hacemos una relectura y si ésta sigue
superando el paso del tiempo, continuaremos hablando de clásicos, pero si no,
será otra cosa, no con menos valor, pero no una obra universal e imperecedera
en el tiempo.
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