Continuando con la tradición de los últimos años, en los años pares cambio
mi moleskine por otro tipo de cuaderno. En esta ocasión tengo dos, el que me
regaló la encuadernadora Inma Puigcerver,
y que estaba aguardando una buena ocasión para estrenarlo y que mejor
que el comienzo del año, y una agenda hecha por los chicos de APSA, cuyo
diseño de la portada es un collage que hice a finales de año.
Es la primera vez que voy a llevar dos cuadernos al mismo tiempo, uno para
anotar la vida cotidiana y en el que
haré haciendo interminables listas de cosas que no he de olvidar, y otro, que
continuará siendo mi “commonplace book “ en el que vaya tomando nota de mis lecturas,
las que me gustaría leer, las palabras de otros en los que encuentro reflejadas
mis pensamientos, aquellas reflexiones que el azar me proporciona…, y en el que
página a página voy descubriendo como voy administrando, e incluso cambiando,
mis deseos, mis gustos e intereses.
Registrarlo todo puede ser tanto una forma atesorar una especie de riqueza que
el futuro nos devolverá con la imagen de lo que fuimos, como otra de descubrir lo que amamos, lo que
odiamos, o lo que necesitamos; o simplemente para saber lo que de verdad nos
importa. En definitiva, 365 páginas para ir haciendo acopio de todo tipo de
curiosidades de las que desconozco su finalidad última y si me serán útiles, pero
aunque no lo sean, cuánto habré disfrutado.
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