martes, 15 de noviembre de 2011

DÉLITOS O FALTAS

Recientemente he participado como jurado en un concurso de relato breve on line, y entre los distintos miembros se estableció un interesante debate sobre las faltas de ortografía. Opiniones hubo para todos, desde los más ortodoxos que rechazaban directamente el relato sin considerar otros valores como la originalidad del cuento, por ejemplo, hasta los más permisivos y benévolos que no les daban una excesiva importancia, considerando que no era un problema grave que no tuviera solución. 

Como es un tema que me tiene bastante preocupado últimamente, ya que no sé si debe a la edad, o al acomodamiento frente al corrector automático del Word, o a ambas cosas, pero lo cierto es que como ahora cometo más faltas que en mi época de estudiante, me dediqué a pasearme por la red para saber en qué estado se encuentra la cuestión, y opiniones hay para todos los gustos.
La primera con la que me encuentro es la de un escritor versado en temas de autoayuda, quien excusa sus faltas aludiendo a la cantidad de textos que tiene que escribir diariamente, por lo que para él lo de las faltas de ortografía es algo secundario. Según su propia opinión, él se centra más en escribir con creatividad, ya que sus lectores lo leen porque les gusta lo que escribe, y no porque esté impecable de faltas.  
También está la del profesor de Lengua y Literatura y con varios libros publicados, quien intenta justificar sus escasas faltas ortográficas, apelando a criterios de hipercorrección lingüística o fonético-fonológicos, y buscando razones ocultas en su subconsciente para intentar explicar por qué las cometió.  
Pero quizás el caso más curioso que he encontrado es un artículo, supongo que de una profesora aunque no he encontrado más datos sobre ella, que ha escrito sobre “La importancia de las faltas de orotografía [sic]”, en el que destaca su valor como uno de los puntos más importantes para el desarrollo y aprendizaje de los niños.
Ejemplos como se ven hay muchísimos, y podemos compartir en mayor o menor medida estas opiniones,  pero hay un hecho que al menos a mi me ha demostrado la experiencia, cuando lees un relato, una página web, o cualquier tipo de texto, con una gran corrección ortográfica, denota una mayor calidad literaria, en el caso de los cuentos, o una mayor fiabilidad, en el caso de las páginas web.
Sin embargo la cuestión sigue estando latente, y no presenta muchos visos de mejorar, lo cual me lleva a preguntarme si no tendrá razón Gabriel García Márquez, cuando en su discurso de apertura del Primer Congreso Internacional de la Lengua Española en Zacatecas, nos animaba a que jubiláramos “la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver. Y que de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una”.

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