Hoy se celebra el Día Mundial de la Poesía, declarado por la UNESCO en 1999 con tal de promover la lectura, escritura, publicación y enseñanza de la poesía en todo el mundo.
1892 - 1938 |
Este año, además, se conmemora el 120 nacimiento del poeta peruano César Vallejo, autor de Heraldos negros, Trilce, del que también se cumple 90 años de su publicación, Poemas en prosa, Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz.
Si de cualquier autor nos resulta más útil conocer aspectos de su vida que juicios literarios, en Vallejo es imprescindible, pues sus poemas nacen de su experiencia vital y en la mayoría de los casos de su intenso sufrimiento, de su sensibilidad exacerbada y de su impenitente cuestionamiento. Su experiencia de la pobreza, la separación familiar, la impotencia y ultrajado sentido de la justicia, su heredada hipersensibilidad y vulnerabilidad y fatalismo de raíz posiblemente indígena, están presentes en su obra de principio a fin.
Adelantándose al Confesionalismo y participando del Coloquialismo, relativamente reciente en su momento, Vallejo hace del habla y de la vivencia cotidiana y propia, individual, materia de una poesía que maneja con instrumentos clásicos, que conoce tan bien que puede romper con sus anquilosadas formas con la libertad consciente de quien las domina.
Uno de sus poemas más conocidos es aquel que con una capacidad anticipatoria absolutamente sorprendente, pronosticó el día de su muerte. Así, un viernes santo, 15 de abril de 1938, Vallejo muere en París después de una prolongada agonía, que dio término a una enfermedad indiagnosticable. Se considera probable que sus largas privaciones físicas y la angustia producida por el curso de la guerra en España lo hayan debilitado, dejándolo indefenso al ataque de algún virus poco conocido.
Piedra negra sobre una piedra blanca
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París ¿y no me corro?
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
César Vallejo, Poemas humanos
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