viernes, 1 de marzo de 2013

EPÍGRAFES II



Aunque parezca increíble, todavía hoy cuando abro un libro, éste no deja de sorprenderme. El otro día necesitaba consultar un dato sobre Pedro Páramo y en lugar de acudir directamente a Google, quizás porque recordaba que fue lectura obligatoria, -¡qué unión de palabras tan antagónica!-,  en COU, cogí el manual de la estantería. Que queréis que os diga,  a veces siento nostalgia por ciertos libros,  y éste es uno de ellos ya que fue en él donde adquirí mis primeros conocimientos de literatura española del siglo XX. Movido por la curiosidad, o por la evocación del recuerdo de mis años de estudiante, en lugar de acudir directamente al índice y buscar el tema que me ocupaba, abrí el libro por la primera página, y me encontré con estos epígrafes que expongo a continuación. 



A pesar de tanto tiempo, la edición que conservo es de 1988 y corregida en 1986,  estas citas no sólo son de gran actualidad sino que, a día de hoy, aún debemos tenerlas presente. Es curioso como un libro nunca termina de decir lo que tiene que decir. Casi ningún libro se contenta con los límites de sus páginas. Hay muchos libros que tienden a desbordarse, que rebosan significados y múltiples lecturas. Es más, un libro no es un ente aislado, incomunicado, sino que como un árbol que va tendiendo sus ramas, es una constante relación, un eje de innumerables relaciones, una avenida que se prolonga a través de diversas calles, y que nos permite explorar vías nuevas, o contemplar otras que ya conocíamos bajo un nuevo prisma. Un libro siempre deferirá de otro, anterior o ulterior, por la manera de ser leído; y es que un libro nunca se acaba, en cada época nos ofrecerá una lectura nueva.



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