Desde 1954, cada 16 de junio se
celebra, ya en cualquier parte del mundo, el Bloomsday o día en el que
transcurre la acción del Ulises de James Joyce. Las personas
que lo festejan, sobre todo en Dublín, donde se intenta seguir el itinerario
exacto de la acción, procuran comer y cenar lo mismo que los protagonistas de
la obra, o realizar distintos actos del mismo modo que en la novela.
La trama narrativa del Ulises,
si la hubiera, se centra sobre todo en el
protagonista principal Leopold Bloom y en su Odisea contemporánea, en la que se
embarca a través de Dublín en el curso de un solo día, 16 de junio de 1904, y
también en los varios tipos de personas que se va encontrando aquí y allá. Al
igual que el héroe griego de la Odisea, no aparece en el principio de la obra;
su entrada se produce en el capítulo 4, con el que se inicia la segunda parte
de la novela, tras el protagonismo del joven Stephen Dedalus en los tres
primeros.
Casi el millar de páginas del
Ulises ha generado tal cantidad de literatura crítica y juicios de valor, acertadas o
no, que casi se podría recopilar en varias decenas de volúmenes a modo de una enciclopedia
clásica. De tal cantidad de opiniones, quizá me que quede con esta de Stefan
Zweig, publicada en Hombres, libros y ciudades.
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