El poeta chileno Vicente Huidobro (1893 – 1948) fue el precursor
de El
Creacionismo, uno de los movimientso poéticos más representativos de las
vanguardias hispanoamericanas.
Huidobro expresó su teoría
poética a través de varios manifiestos: “Non
serviam”, el “Prefacio” al poema Adán, o este Arte Poética que abre su poemario El espejo del agua. En este último ya apareen los conceptos
nucleares de lo que luego sería El
Creacionismo: el tratamiento preciso y necesario del adjetivo, alejado de
la vacua retórica modernista; el rechazo de cualquier atisbo de descripción, el
poema “es hermoso en sí mismo y no admite términos de comparación”; o el versolibrismo en un
intento de consecución de una armonía total cuyo ritmo supere los restringidos
límites del verso y alcance la estrofa completa.
Pero el punto más interesante de
su ars poetica es la idea del antimimetismo,
es decir, el poema no ha de de reproducir la realidad, lo que Huidobro considera Arte reproductivo o arte inferior al medio, sino la creación de una
realidad nueva y autónoma distinta de la realidad del mundo, Arte creativo o superior al medio. Así el
poema ha de crear su propia belleza, de ahí el carácter demiurgo del poeta ya
que si existe una nueva realidad creada por él, propiamente artística, por
consiguiente su función es equiparable a la de un dios todo-creador o un “Artista-Dios”.
En conclusión, Huidobro a través del poema va en busca
de la poesía absoluta, de la utopía artística, sin embargo, como suele ocurrir
en la mayoría de los movimientos más importante de vanguardia de entreguerras, esa
búsqueda, esos intentos de renovación se quedan en el campo de la teoría doctrinal,
expuesta en los manifiestos programáticos, ya que no siempre resulta posible la
materialización de esos postulados teóricos.
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