sábado, 31 de diciembre de 2011

MIGUEL DE UNAMUNO (1864 –1936)



Tal día como hoy, en una fría tarde de 1936, fallecía tranquilamente en su domicilio de Salamanca  Miguel de Unamuno mientras hablaba con sus amigos de esa España que tanto quería y que tanto dolor le causaba.
Con motivo de esta efeméride, el Ayuntamiento de Salamanca ha decidido declarar el 2012 como el “Año Unamuno”, preparando  a tal efecto un programa de actividades para conmemorar el 75 aniversario de la muerte del rector de su Universidad más ilustre. 

Leer, leer, leer, vivir la vida
        que otros soñaron.
Leer, leer, leer, el alma olvida
        las cosas que pasaron.
  Se quedan las que quedan, las ficciones,
        las flores de la pluma,
las solas, las humanas creaciones,
        el poso de la espuma.
Leer, leer, leer; ¿seré lectura
        mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
        seré lo que pasó?

Miguel de Unamuno

miércoles, 28 de diciembre de 2011

DIONISIO CAÑAS, VIDEOPOEMAS


Nació en Tomelloso, Ciudad Real, en 1949, es poeta y catedrático de literaturas hispánicas en la Universidad de Nueva York. Ha estudiado en profundidad la evolución de la poesía latina en Estados Unidos, donde vivió desde 1972 hasta 2005, y ha publicado numerosos libros, entre los que destacamos Poesía y percepción (Hiperión, 1984) y El poeta y la ciudad: Nueva York y los escritores hispanos (Madrid, Cátedra, 1994).

 
POSIBILIDADES DE LA (MI) POESÍA
"Desde mis primeras acciones poéticas he ido explorando (a través de las instalaciones y performances) el potencial de interacción que pueden poseer mis textos y la palabra en general. A través de la ampliación de poemas, que eran pegados en las paredes de los espacios públicos, de la creación de carteles con palabras e imágenes encontradas en cualquier medio, de intervenciones con máscaras, vídeo, música,  del uso de contestadores y teléfonos móviles, de recogida de palabras en la basura, he intentado llevar la palabra al punto máximo de sus posibilidades significativas; tanto en el plano social como individual. Partiendo del concepto básico de “reciclar”, tanto en mi poesía publicada en forma de libro como en mis acciones poéticas, lo que busco es todo lo contrario a lo que las vanguardias históricas hicieron (aunque me sirva de su energía): destruir el lenguaje para convertirlo en una forma de la expresión artística. Yo, por lo contrario, lo que intento es reciclar el lenguaje, exprimirlo, estrujarlo, engordarlo, hasta revelar todas sus posibilidades de significación en el doble sentido del contexto social y del personal. Algunos títulos de mis acciones creo que ilustrarán bien cuál es la intencionalidad de mi proyecto poético: “Tú (el sujeto envolvente)”, “El YO móvil”, “Dicho y hecho: el gran poema de nadie”, etc. El (mi) sujeto poético es, por lo tanto, aquél que se realiza reciclando (y reciclándose en) las palabras de los otros."
Dionisio Cañas


viernes, 23 de diciembre de 2011

BIBLIOFOBIAS II

 Cuando la semana pasada hablé de las bibliofobias no esperaba que se fuera a convertir en un funesto presagio, pero tristemente así fue. El pasado sábado, en el marco de los conflictos políticos en Egipto, un incendio destruyó el Instituto Científico Egipcio, junto con la mayoría de sus fondos. 

FOTO/AP

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Se trata de la institución científica más antigua de Egipto, creada en 1798 por Napoleón Bonaparte, y contaba con una singular, por la rareza de sus fondos, y excepcional biblioteca. En ella se conservaban más de 200.000 obras, de las cuales, 40.000 eran libros y manuscritos de gran valor histórico, científico y cultural, como la copia original del libro francés Description de l’Egypte,  Atles alemany d’Egipte i Etiòpia, 1842, o Egipto: la madre del mundo, 1753. Todo esto, y más tesoros bibliográficos, han desaparecido para siempre.
FOTO/AFP

Otra vez se ha puesto de manifiesto que la estulticia y la ignorancia humana no tienen límites.

FOTO/AP

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viernes, 16 de diciembre de 2011

EL VICIO DE LA LECTURA


En ocasiones, detenerse en un rincón apartado de una librería y echar una ojeada a los libros allí colocados, alejados de sus compañeros “los más vendidos”, puede depararnos agradables sorpresas. Eso mismo me sucedió con un pequeño opúsculo de Edith Wharton (1862 – 1937), El vicio de la lectura. Ante ese título, poco más de cuarenta páginas y no más de 5 euros, ningún bibliopatra puede resistirse. Como me suele suceder con este tipo de libros, una vez comprado, lo dejo colocado en la balda de libros por leer, que desgraciadamente cada vez está más llena, esperando un momento propicio para su lectura, o mejor dicho, esperando a tener el tiempo suficiente para demorarme en una lectura atenta y pausada, subrayando,  tomando notas, y averiguando o buscando relaciones, en definitiva, leyéndolo.   

Publicado en 1903, es una esmerada y concienzuda reflexión sobre el hábito de leer, y aunque no comparto la tesis planteada por Wharton, un tanto extremista, de que existe  “un tipo de lectura que es perjudicial para el desarrollo cualitativo de las letras”, sí que estoy de acuerdo con su propuesta acerca de que existen dos tipos de literatura, que, simplificando bastante la cuestión, podrían ser una literatura culta y otra de grandes masas, estableciendo al mismo tiempo toda una sinergia de relaciones entre autor-lector-crítico entorno al hábito lector.

Wharton, siempre desde un elitista punto de vista, considera que, del mismo modo que no todo el mundo es músico, o cualquiera otra profesión, no todo el mundo debe o puede ser lector; y si lo somos, porque se trata de una habilidad que hemos aprendido en la escuela, perteneceremos al grupo de lectores que ella define como “lector mecánico”, diferenciándolo así del “lector creativo”, que es quien establece un diálogo con el autor y puede extraer del libro “la mayor cantidad de pensamientos de la mejor calidad”. 
Quizá resulté un tanto intransigentes las palabras que utiliza para determinar al  “lector mecánico”, pero lo que a mí me interesa especialmente es la distinción que establece a partir de los dos tipos de lectores, y aunque siempre hablamos de literatura, porque utilizar cualquier tipo de adjetivo para calificarla puede resultar farragoso y siempre impreciso, sí que es cierto que no toda es igual, y sería un grave error equipararlas solamente porque compartan un mismo soporte, el libro.
Para Wharton, cuando el “lector mecánico” lee un libro lo hace de un modo aislado, es decir, como si fuera único, y de ese modo se le escapan todos los hitos e intersecciones del asunto, las delicias del merodeo intelectual, la busca improvisada tras una alusión fugaz. Para “el lector mecánico” “los libros una vez leídos, no son cosas que crecen, echan raíces y tienen ramas que se entrelazan unas con otras, sino que son como fósiles etiquetados y guardados en los cajones del armario de un geólogo.Y más adelante añade que sus lecturas las determinan “la vox populi. Se dirige directamente al libro del que todo el mundo habla, y la importancia que le atribuye es proporcional al número de ediciones agotadas, ya que no poseen ningún medio de distinguir entre las diferentes clases de libros de los que todo el mundo habla, ni entre las voces que hablan acerca de ellos.” Curiosa apreciación hecha hace más de un siglo, y con una vigencia absoluta.

Jean Jacques Henner - La lectora
Wharton continua execrando a estos lectores, que además los culpa también de haber propiciado no sólo la creación del “escritor mecánico”, que únicamente escribe refritos y hace degluticiones de temas abstrusos y difíciles pasándolos por el tamiz de la cultura populista, sino también, y más grave aún, según sus propias palabras, es la creación, a su imagen y semejanza,  del “crítico mecánico”, contra el que arremete furibundamente: El lector nato puede desear o no desear saber qué tienen que decir los críticos acerca de un libro;  pero si tiene algún  interés por la crítica, quiere el único tipo de crítica digno de ese nombre: un análisis del tema y del estilo” y no un resumen de sus contenidos, como señala en otro apartado.

Quizás el libro contenga despóticas y desabridas palabras para los que creen en el tradicional y políticamente correcto valor de la lectura universal, aunque yo, sin negar la importancia y el valor de ésta, sí que pienso, en una visión muy reduccionista del caso si se quiere, que sí que existen esos dos tipos de literatura y por lo tanto los dos tipos de lectores, qué hay que saber a qué grupo se pertenece, y no por ello menospreciar al opuesto, pero siempre teniendo presente que el que compra un libro en el super, lo engulle, y luego lo expulsa sin más, mientras que el que lo compra en una librería, lo acaricia, lo saborea, lo disfruta lentamente deleitándose entre sus páginas,  y de ese modo siempre permanece en su memoria.

martes, 13 de diciembre de 2011

BIBLIOFOBIAS


La prohibición, la censura y la destrucción de los libros son tan antiguas como la escritura. A lo largo de la historia son muchos los ejemplos de devastación y quemas de bibliotecas, sabiendo que son la expresión pura de la identidad de cada civilización. Con la destrucción de la biblioteca de Alejandría se inaugura una desastrosa serie de bibliotecas masacradas, que bien directamente, o bien en forma de índice de libros prohibidos, intentarán acabar con buena parte de la literatura universal. Los ejemplos son continuos incluso en la época contemporánea: bibliotecas bombardeadas durante la Segunda Guerra Mundial; la actitud de las diversas dictaduras mundiales frente a los libros y la cultura; la Biblioteca de Sarajevo durante la guerra de Bosnia, o más recientemente la Biblioteca Nacional de Bagdad, nos ofrecen una visión desoladora de saqueos y destrucciones, estrictamente contemporáneos, al mismo tiempo que resulta un ejemplo muy palpable de cómo podemos llegar a comportarnos. 

No sólo calamidades naturales como el fuego, el agua, el polvo, los insectos o las ratas son los enemigos más acérrimos de los libros, sino también la negligencia, la ignorancia, el despotismo y la crueldad.

Quema de libros por los nazis

Biblioteca de Sarajevo




Libros calcinados en la Biblioteca Nacional de Bagdad

Librería abandonada en Rusia.

viernes, 9 de diciembre de 2011

No será por falta de tiempo

Siempre nos quejamos de que no tenemos suficiente tiempo para hacer aquello que nos gusta: leer todos los libros que se publican diariamente, practicar deporte, no perderse ningún estreno cinematográfico, tomar un café con los amigos, además de trabajar, ocuparnos de nuestras familias… Creo que en no pocas ocasiones, más que falta de tiempo, lo que nosotros necesitamos es una mejor organización del mismo. Gregorio Marañón por ejemplo, con una prolífica obra  literaria y científica, -125 libros, unos 1.800 artículos y cerca de 250 prólogos-, sin olvidar su  labor profesional como médico, consiguió llevar a cabo esta intensa y fecundísima actividad, porque absorbía cualquier minuto que tuviera libre, diez minutos eran suficientes para continuar con el libro que tuviera entre manos.

Pierre Larousse, el del diccionario enciclopédico, también pertenece a esta estirpe de hombres que no se acoquinan frente al tiempo. Cuentan que Larousse pudo concluir su descomunal trabajo de veinticinco mil páginas, aunque no las escribió todas él, pero sí una gran parte, debido a una energía casi sobrenatural. Esa energía sobre humana procedía, según el propio Larousse, de lo que él calificaba de résorption, voz que el mismo aclaraba en su diccionario. La résorption es un concepto de resonancias tántricas y freudianas que se produce cuando el esperma no se expulsa al exterior, produciendo –siempre según Larousse- una exaltación de las facultades físicas e intelectuales al ser reabsorbido y vertido al torrente sanguíneo. Estimuladas las potencias del alma mediante ese penoso procedimiento, al parecer a quien lo practicará no le estaría nada vedado en lo que a desarrollo intelectual se refiere. Así, si se quiere componer un gran poema épico, por ejemplo, basta con una gran retención de esperma, pensaba Larousse.

¿Practicará Jordi Serra i Fabra, ganador de la última edición del premio de novela ciudad de Torrevieja, el mismo método que Larousse durante sus cuatro meses de encierro en su montaña, en los que puede llegar a escribir cinco, seis, siete obras, tanto infantiles (pocas páginas), como adultas (muchas páginas).?

martes, 6 de diciembre de 2011

NOTAS SUELTAS V

El jesuita Pedro Pablo Ladrón de Guevara en una segunda edición impresa de 1910, escribe una serie de juicios acerca de más de dos mil novelistas de ayer y de hoy (entonces). Además de estas valoraciones, que no son más que un nuevo Índice Censor dependiente de la mismísima Congregación para la Doctrina de la Fe (Antigua Inquisición), señala una serie de advertencias por las que no conviene leer novelas. 

viernes, 2 de diciembre de 2011

EL MAPA Y EL TERRITORIO

He de reconocer que es la primera novela que leo de Houellebecq. Todas las críticas y controversias que rodearon su anterior novela, La posibilidad de una isla, me llevaron a apartarlo durante un tiempo de mis lecturas pendientes. Sin embargo la vuelta en España a su editorial de siempre, Anagrama, y las opiniones tan dispares que ha suscitado esta novela, revelan, que para bien o para mal, es un autor que no nos deja indiferentes. Por esta razón pensé que es un buen momento para leerla, aunque quizás no siempre resulta satisfactorio acercarse a la trayectoria literaria de un autor por su última novela. Y  verdaderamente resulta un autor insólito.

El mapa y el territorio cuenta la vida del artista Jed Martin, desde su infancia, las relaciones con su padre, con sus compañeros de universidad, el éxito como fotógrafo, la cima de su vida, su y declive humano. Sin embargo esto no es más que un pretexto para plantearnos una serie de reflexiones sobre los más diversos temas: Francia como paraíso turístico, la infancia aburguesada, el mundo feroz de las galerías de arte, la incomunicación y el desasosiego personal, la pobreza intelectual… Todo esto y más, y por supuesto, desde la particular óptica de Houellebecq, cuyos planteamientos si no se comparten pueden resultar provocadores  e incluso obscenos, pero a la postre es lo que la convierten en un relato realmente interesante.

Detesto las novelas cuya única motivación es resolver el conflicto planteado previamente, pero El mapa y el territorio pertenece a ese tipo de novelas donde la trama argumental es lo de menos, pues a la postre todas se reducen a lo mismo. En ella cobran más valor, como acabo de decir, las meditaciones del autor sobre los más diversos temas, con lo que no deja de ser un ensayo encubierto. Houellebecq es un hombre de profundas intuiciones, de estilo apático e indolente, cuyos razonamientos los va dejando sobre el texto en una acumulación impresionista, y siempre pensando en un gran público. A todo esto hay que añadirle un mérito que no pude soslayarse, pues al erigirse también como uno de los personajes principales de la novela, nos expone abiertamente su propio yo. Sin embargo, no debemos dejarnos engañar pues esta práctica no es más que un recurso literario, aunque siempre nos quedará la duda de cuánto hay en el Houellebecq protagonista del Houellebecq real, valoración que siempre dependerá del grado de simpatía que sintamos hacía el autor.   

La estructura compositiva también puede desconcertar a un lector acostumbrado a esas novelas que desde el principio quieres saber cómo terminan, pero en esta ocasión según vamos pasando las páginas  la anodina y a la vez exitosa vida de Jed Martin va dejando paso en la última parte  a un atroz thriller, pero no exento de ese estilo calmado e inerte que predomina en toda la historia, y continuando con otras disquisiciones filosóficas, de la mano del inspector de policía. La disección continúa y no contaré más pues no es mi intención descubrir el final a nadie.

Dejando aparte todos aquellos recursos efectistas que rodean cualquier publicación de un libro y que tienen que ver más con campañas de marketing que con lo puramente literario, El mapa y el territorio es una aguda disección de nuestra sociedad actual, donde Houellebecq sin grandes recursos efectistas, pero de una forma muy personal, pone de manifiesto la vacuidad del ser humano. Para terminar una única salvedad, para realmente considerarla en toda su inmensidad, creo que lo mejor es volverla a leer dentro de unos años y si de ese modo ha superado la apodíctica prueba del paso del tiempo, y una vez que la novela se haya desprendido de todos los pelajes polémicos, ya sean reales o ficticios, pienso que se comprenderá más y mejor la verdadera dimensión del mapa y del territorio, metáfora de que la imagen, y porque no decirlo, lo virtual, se está convirtiendo en más importante que la realidad.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Nicanor Parra, premio Cervantes de literatura 2011

"Busco una poesía a base de hechos y no de combinaciones o figuras literarias. Estoy en contra de la forma afectada del lenguaje tradicional poético".


El poeta chileno Nicanor Parra, de 97 años, ha ganado el Premio Cervantes 2011.  Pertenece junto Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro o el también premio Cervantes, Gonzalo Rojas al grupo más señero de poetas chilenos contemporáneos .

En 1954 publicó  Poemas y antipoemas, poemario que marca su obra y parte de la poesía latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, y con el que inicia la corriente poética  llamada antipoesía.







AUTORRETRATO

Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.

En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!

Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.

De Poemas y antipoemas (1954)

martes, 29 de noviembre de 2011

De los males de España

La prolífica obra del escritor romántico Mariano José de Larra (1809 – 1837) representa el compromiso con las nacientes ideas liberales y de progreso, entre las que destaca la de que no hay nada que impida que España se incorpore a la modernidad salvo los valores equivocados de personas y clases sociales y los defectos que ya se han convertido en costumbres. Tal vez uno de sus artículos más conocidos sea "Vuelva usted mañana" (1833), donde la crítica a la holgazanería y la falta de civismo coincide con la percepción actual de muchos ciudadanos de cómo funcionan las cosas en nuestro país.


* Foto del Heraldo de Aragón.


El escritor y ensayista uruguayo de origen español Fernando Aínsa escribió, en un género bien distinto, sobre todo por la extensión, un microrrelato que vendría a  ser una versión actual de ese mismo tema.


 

 

 Cualquiera Pudo Haberlo Hecho

Esta es la historia de cuatro personajes llamados Todos, Alguno, Cualquiera y Nadie que trabajaban en una Burocracia Ministerial. Había una tarea administrativa importante que realizar. Todos estaban seguros de que Alguien lo haría. Cualquiera pudo haberlo hecho, pero Nadie lo hizo. Alguien se indignó porque era el trabajo de Todos, pero Nadie se dio cuenta de que no lo haría Cualquiera. Al final Todos protestaron a Alguno cuando Nadie hizo lo que Cualquiera podría haber hecho.

Prosas entreveradas (2002)
Quimera. Nº 231, junio de 2003.



viernes, 25 de noviembre de 2011

25 de noviembre, Día de las Librerías

Como si de un ser moribundo se tratara, la asociación de libreros CEGAL, organiza por primera vez, hoy 25 de noviembre, el día de la librería. Y no es para menos, los libreros tienen sus  días contados, y como el resto de las minorías maltratadas, o como en este caso, en vías de extinción, necesitan de un día al año para que, aunque sea con una tenue voz, hacerse oír y declarar a los cuatro vientos que ellas también existen.

http://www.diadelaslibrerias.es/

Hoy en día, todavía son muchos los que se han puesto una venda en los ojos y no quieren ver lo que a todas luces resulta evidente: las librerías virtuales, día tras día, van ganando cada vez más consumidores, pues realmente los bibliófilos, con este nombre tan literario, no somos más que consumidores de un bien de consumo, cultural, sí, pero en resumidas cuentas, de consumo.

Y no faltarán las voces discordantes y las acaloradas opiniones de estos acongojados bibliófilos y bibliotrópatas atribulados que se resisten al cambio. Pero no será que cuando hablamos de librerías, quizás las estamos idealizando y cada vez que pensamos en ellas nos las imaginamos como el Cementerio de los Libros Olvidados en La sombra del viento, o la de Zaratustra en Luces de bohemia, con grandes columnas de libros amontonados y polvorientos, sin ningún orden aparente, sólo el del librero que conoce todos y cada uno de sus libros, y con arcanos tesoros bibliófilos aguardando ser descubiertos por nosotros. Sin embargo la realidad es bien distinta: grandes y exitosas cadenas de librerías, o incluso pequeñas, que para el caso lo mismo da, pues todas coinciden en mostrar cuidadosa y ordenadamente, siguiendo las más escrupulosas reglas de merchandising para promover el autoservicio de bestsellers, principalmente novedades o libros de rabiosa actualidad o recuperaciones de éxitos pasados pero bajo la etiqueta  de inédito en un sello independiente; por lo que creo que esas utópicas librerías sólo han quedado para materia de una novela de Vilas-Mata.

Quizá esta celebración  no sea más que la crónica de una muerte anunciada, y más que una fiesta ha de ser un tiempo para la reflexión, pues a los libreros, como a los bibliotecarios, otro gremio que va a pasar a engrosar la lista de los oficios tradicionales desaparecidos, no les queda más que reinventarse si quieren vivir de aquello que más le gusta. Aún no lo tienen todo perdido, pues en su haber tienen algo que no poseen las librerías virtuales, el trato humano, el reconocer ese libro que más se ajusta a tus gustos literarios, y que él conoce mejor que nadie, y en definitiva, como dice la CEGAL en su declaración de principios, el librero es aquel que tiene la capacidad de hacer de su librería un destino único.

viernes, 18 de noviembre de 2011

EL OFICIO DE ESCRITOR

Existe la opinión generalizada de que el escritor como tal, no es un oficio, porque cualquiera que haya aprendido esa habilidad en el colegio, lo puede hacer. Y en parte, sólo en parte, es cierto. Cualquiera puede coger una hoja de papel y un bolígrafo, o bien sentarse delante del ordenador, y escribir un relato basado en la experiencia o un poema desgarrador por un amor no correspondido, y con ello ya se considera escritor. Pero desgraciadamente para los que piensen que así es, siento desengañarlos, esto no es verdad. Un escritor se hace a base de trabajo, constancia y método.
Para todos aquellos que aún así quieran continuar con este sacrificado oficio, le dejo estas singulares recomendaciones de Roberto Bolaño.


NÚMEROS

Como ya tengo 44 años, voy a dar algunos consejos sobre el arte de escribir cuentos:
  1. Nunca abordes los cuentos de uno en uno, honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte.
  2. Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si te ves con energía suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.
  3. Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, pero lleva en su interior el mismo juego sucio y pegajoso de los espejos amantes.
  4. Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.
  5. Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.
  6. Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así.
  7. Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡Deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval!
  8.  Bueno: lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges.
  9. La verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.
  10. Piensen en el punto número nueve. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.
  11. Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, del Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas.
  12. Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo.

Quimera, Nº 166, febrero 1998 y Nº 241, marzo, 2004.

martes, 15 de noviembre de 2011

DÉLITOS O FALTAS

Recientemente he participado como jurado en un concurso de relato breve on line, y entre los distintos miembros se estableció un interesante debate sobre las faltas de ortografía. Opiniones hubo para todos, desde los más ortodoxos que rechazaban directamente el relato sin considerar otros valores como la originalidad del cuento, por ejemplo, hasta los más permisivos y benévolos que no les daban una excesiva importancia, considerando que no era un problema grave que no tuviera solución. 

Como es un tema que me tiene bastante preocupado últimamente, ya que no sé si debe a la edad, o al acomodamiento frente al corrector automático del Word, o a ambas cosas, pero lo cierto es que como ahora cometo más faltas que en mi época de estudiante, me dediqué a pasearme por la red para saber en qué estado se encuentra la cuestión, y opiniones hay para todos los gustos.
La primera con la que me encuentro es la de un escritor versado en temas de autoayuda, quien excusa sus faltas aludiendo a la cantidad de textos que tiene que escribir diariamente, por lo que para él lo de las faltas de ortografía es algo secundario. Según su propia opinión, él se centra más en escribir con creatividad, ya que sus lectores lo leen porque les gusta lo que escribe, y no porque esté impecable de faltas.  
También está la del profesor de Lengua y Literatura y con varios libros publicados, quien intenta justificar sus escasas faltas ortográficas, apelando a criterios de hipercorrección lingüística o fonético-fonológicos, y buscando razones ocultas en su subconsciente para intentar explicar por qué las cometió.  
Pero quizás el caso más curioso que he encontrado es un artículo, supongo que de una profesora aunque no he encontrado más datos sobre ella, que ha escrito sobre “La importancia de las faltas de orotografía [sic]”, en el que destaca su valor como uno de los puntos más importantes para el desarrollo y aprendizaje de los niños.
Ejemplos como se ven hay muchísimos, y podemos compartir en mayor o menor medida estas opiniones,  pero hay un hecho que al menos a mi me ha demostrado la experiencia, cuando lees un relato, una página web, o cualquier tipo de texto, con una gran corrección ortográfica, denota una mayor calidad literaria, en el caso de los cuentos, o una mayor fiabilidad, en el caso de las páginas web.
Sin embargo la cuestión sigue estando latente, y no presenta muchos visos de mejorar, lo cual me lleva a preguntarme si no tendrá razón Gabriel García Márquez, cuando en su discurso de apertura del Primer Congreso Internacional de la Lengua Española en Zacatecas, nos animaba a que jubiláramos “la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver. Y que de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una”.

viernes, 11 de noviembre de 2011

CARLOS EDMUNDO DE ORY

Hoy, 11 /XI/ 2011, fecha más poética, o si se prefiere postista donde las haya, se conmemora el primer aniversario de la muerte del poeta Carlos Edmundo de Ory, fundador junto a Eduardo Chicharro y Silvano Sernesi del movimiento poético Postisimo, último “ismo” de los movimientos de vanguardia española.

En demasiadas ocasiones se le ha calificado de poeta incomprendido, e incluso de poeta maldito, pero lo cierto es que de Ory fue un adelantado a su tiempo, o mejor dicho, le tocó vivir en esa España de la posguerra, anaftalinada y de traje de domingo con olor a sacristía, donde su poesía vanguardista, imprevisible, heterodoxa, en ocasiones burlona o divertida, no tenía lugar. Su posición de outsider en el mundo de las letras, le costó caro, pues su valor literario no se le reconocería hasta 1970, cuando Félix Grande hiciera su primera antología.

Como suele suceder injustamente a muchos otros escritores, Carlos Edmundo de Ory no recibió muchos galardones ni reconocimientos en vida, y puesto que somos más dados a conmemorar  necrológicas, sirva al menos para restituir su memoria literaria en el lugar que se merece y disfrutar del mayor galardón que él nos dejó a nosotros, su poesía. 
 
FONEMORAMAS
Si canto soy un cantueso
Si leo soy un león
Si emano soy una mano
Si amo soy un amasijo
Si lucho soy un serrucho
Si como soy como soy
Si río soy un río de risa
Si duermo enfermo de dormir
Si fumo me fumo hasta el humo
Si hablo me escucha el diablo
Si miento invento una verdad
Si me hundo me Carlos Edmundo

Metanoia (1978)  

viernes, 4 de noviembre de 2011

LEONORA CARRINGTON Y LA MALETA MEXICANA

El Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) expone estos días La maleta mexicana. El redescobriment dels negatius de la guerra civil espanyola. La maleta, tres cajas de cartón, de hecho, se abre para mostrar, por primera vez en el país donde todo sucedió, 4.500 imágenes del conflicto bélico realizadas por Robert Capa, David Seymour "Chim" y Gerda Taro y reveladas en París por Chiki Weisz.
Caja verde de La Maleta Mexicana ©International Center of Photography

Creo que la primera vez que oí hablar de ella fue cuando leí el libro de Susana Fortes Esperando a Robert Capa, un claro ejemplo de cómo destrozar una historia por sí sola apasionante, tanto por sus protagonistas, Robert Capa y Gerda Taro, como por la época conflictiva que vivieron, y que Fortes, con una gran destreza como narradora, la convirtió en un folletín sentimentaloide, plagado de remilgados tópicos y ñoñísimos lugares comunes.





Este verano leí Leonora de Elena Poniatowska y volvía a aparecer. De hecho la protagonista de la novela, Leonora Carrington, fue la mujer de Emerico Chiki Weisz Schwartz, gran amigo de Robert Capa y personaje clave en la génesis, elaboración y salvación de este importantísimo legado fotográfico.

Lo cierto es que esta novela, premio narrativa breve 2011, es, cuanto menos, curiosa. El lector cuando se enfrenta a ella no debe esperar una biografía novelada de Leonora Carrington, una de las artistas más representativas del arte de vanguardias de entreguerras y quizás un tanto injustamente olvidada, sino como dice Poniatowska: “esta novela, […] no pretende ser de ningún modo una biografía, sino una aproximación libre a la vida de una artista fuera de serie. Y en eso estoy completamente de acuerdo, pues cuando la leemos lo primero que nos surge es una serie de imágenes de diferente naturaleza, superpuestas en un mismo plano y que el lector, como si de un detective se tratara, partiendo de los indicios y las señales dejadas por la autora, debe tratar de descifrar y recomponer.

Por lo tanto, lo más llamativo de Leonora  es su estilo. Para nada tiene que ver con lo que estamos acostumbrado donde un narrador omnisciente nos lo cuenta todo, dejando apenas espacio para la imaginación. Al contrario, en esta novela es mucho más importante lo que se deja fuera, que lo que se incluye.

Resulta evidente pensar que la realidad no está formada por una única imagen o un solo plan de acción, un argumento en definitiva. Al contrario, ésta está compuesta de miles de fragmentos que no siempre se dejan ensamblar, y las cosas que a veces vemos unidas, otros, como Leonora, sin embargo, las ven separadas sin apenas posibilidad de unión; de ahí el goce de estar sentados en nuestro rincón favorito, y, a través de su lectura sosegada y dispersa,  intentar recomponer esos añicos sueltos de lo real para restituirlos a su unidad originaria, donde permanecen inalterables. Poniatowska ha demostrado ser una maestra en el arte de la elipsis y consigue con gran habilidad que lo más importante de la historia no se cuente, dejando una puerta abierta al lector para que continúe con la indagación. De ese modo, la historia de Leonora se va construyendo con lo no dicho, con el sobreentendido y con la alusión. Elena  Poniatowska ha puesto toda su pericia en la narración hermética de la historia secreta.

A continuación os dejo un archivo donde aparecen esas imágenes dispersas que más me impactaron o que desconocía,  que bien pueden coincidir con los que ya la hayan leído, o no, pero que en mi opinión le proporciona un valor añadido a la novela.
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martes, 1 de noviembre de 2011

Las Revistas de la Edad de Plata de la Literatura Española

El neoludismo es un movimiento que surgió a finales del siglo XX y propugna un total rechazo a la progresiva inmersión de las nuevas tecnologías en nuestra vida cotidiana. Para los neoluditas cualquier innovación tecnológica supone cuanto menos casi el fin del mundo. Ipads, iphone, libro electrónico, Internet… son considerados como los grandes anticristos causantes del fin de nuestra sociedad.

Lo cierto que este rechazo a lo innovador y diferente no es nuevo. El ser humano por su naturaleza siempre ha desconfiado de todo aquello que desconoce y que supone una ruptura de su rutina habitual o ve amenazadas sus costumbres tan asentadas durante tantos años.  Todavía hoy en día son muchos los que ven en la red esa gran amenaza, aunque para mí Internet es una gran herramienta de trabajo.

Cuando preparo mis clases, el primer lugar donde consulto la bibliografía es en la red. El problema de la legitimidad de las fuentes viene sustentando por los portales donde se cuelgan: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Instituto Cervantes, o los de cualquier universidad. Pero esto no termina aquí, cada día sale a la luz un nuevo fondo digitalizado de cualquier biblioteca o archivo.

 La última ha sido la Residencia de Estudiantes Residencia de Estudiantes que ha publicado en la Red 14.000 páginas de 30 revistas, entre ellas las míticas Litoral o La Gaceta Literaria. Esas publicaciones fueron auténticos campos de pruebas de las vanguardias artística, literaria y científica de entreguerras (1921-1939). 


Gracias a la consulta de esta revistas nosotros podemos comprender los derroteros de la letras en unos de los períodos más fructíferos de nuestra literatura sin comentarios ni aditamentos personales de la crítica literaria posterior; además, las posibilidades que ofrece la consulta de estas revistas son prácticamente infinitas ya que gracias a un buscador visual, podemos acceder a toda la riqueza de las relaciones entre los diferentes protagonistas (literarios, artísticos, científicos…) de la Edad de Plata. El buscador, permite acceder a 203 grupos (tertulias, movimientos…), 5.725 personas, 6.524 obras (libros, películas…) y 894 revistas, en sus ricas interrelaciones. Lo cual demuestra una vez más que las relaciones en la literatura no son jerárquicas ni horizontales, sino que más bien se trata de un sistema de puntos nodales que giran unos alrededor de otros, desplazándose en varias direcciones, formando así una gran constelación literaria.


viernes, 28 de octubre de 2011

CARTOGRAFÍA PERSONAL. Correspondencia de Carmen Martín Gaite y Juan Benet.



Cuando vi el libro de la correspondencia entre Carmen Martín Gaite y Juan Benet en el catálogo Círculo de lectores, no pude resistir la poderosa atracción y rápidamente se lo encargué a mi agente. Creo que es la primera vez, en mi corta vida de pertenencia a este insigne Círculo, que tarde menos de dos minutos en decidirme. Las razones por las que formo parte de esta sociedad bibliográfica tan exclusiva, se deben únicamente a un exceso de bibliopatía. Y en efecto, todas las expectativas sobre el libro se cumplieron, como cada vez que leo algo sobre Carmen Martín Gaite.

No obstante, al revisar la correspondencia privada de escritores siempre me viene a la memoria un fabuloso artículo de Javier Marías en el que plantea la licitud, o no, de que todos leamos las cartas que fueron destinadas a otras personas en un ámbito totalmente privado. Y aunque comparto la mayoría de las opiniones allí vertidas, pudo más mi curiosidad literaria que el respeto por la intimidad de dos grandes escritores  de la narrativa del siglo XX.  

La relación epistolar es desigual tanto en número, en estilo, como en el tiempo (1964 a 1986). De las 67 cartas conservadas, una tercera parte son de Juan Benet, las cuales se condensan en los primeros años, aunque encontramos también alguna de éste en los años ochenta, cuando su talento como escritor era ya reconocido. En las enviadas por Gaite, también hay lagunas, lo que demuestra que las conservó por alguna razón, del mismo modo que se deshizo de otras.

Dibujo a lápiz de Carmen Martín Gaite. Correspondencia. Círculo de lectores - Galaxia Gutenberg


Pero lo sorprendente de este libro, es que a pesar de la intermitencia en el tiempo, se pueden leer como un relato continuo, ya que lo que verdaderamente atrapa al lector son las reflexiones sobre la composición literaria. Las cartas benetianas, a pesar del trato amistoso que existe entre ambos, destacan, al igual que sus novelas, por la densidad de su discurso y por la profundidad de su pensamiento; es como si Benet volcara en ellas la misma dedicación y minuciosidad que en cualquiera de sus mejores textos narrativos o ensayísticos. Prueba de ello es la controversia suscitada entre ambos entorno a la preferencia de la novela con o sin argumento. Para Benet “escribir una novela con argumento es lo más fácil del mundo. Lo difícil es hacerla sin argumento.” Éste era un problema que le preocupaba desde las primeras composiciones teatrales, donde ya se aprecia ese rechazo total a cualquier tipo de distraimiento innecesario. Para él, “en el reino de la palabra, toda intromisión es contaminante”, sólo le interesaba la palabra por la palabra, alejando así de su minucioso estilo cualquier tipo de aditamento que pudiera distraer al lector. 

Carmen, a pesar de la gran admiración que sentía por su amigo, no dudaba en formularle algún que otro acre comentario, pero no exento de un gran juicio literario, y todo ello escrito con su singular estilo, impregnado de la vida cotidiana y alejado de la retórica academicista.  

No me gustaría terminar sin hacer una breve referencia al exhaustivo trabajo de investigación del editor José Teruel, cuyas notas al final del libro no dejan ningún cabo suelto y nos proporcionan una visión completa de  la relación entre la vida y la obra de ambos escritores.

En fin, sólo diré en mi defensa, y aludiendo al artículo de Marías, que si un escritor no desea ver publicado un texto suyo de carácter personal, la solución es bien sencilla: destruirlo; pero yo sinceramente me alegro de que no lo hicieran, ya que es una extraordinaria forma de conocer el germen donde se gestaron las ideas.